El 3 de
Octubre de 2015 falleció en Ashburn (Virginia, EE.UU.) la gran escritora
católica geocentrista y antievolucionista Nellie Solange Strong Hertz, tenía 95
años. Nellie Solange fue toda su vida una escritora audaz, de una raza que desgraciadamente
escasea en nuestros tiempos. Empleó su larga vida en batallar mediante sus
acertados artículos para desenmarañar los engaños y artilugios que los enemigos
de la verdad han venido utilizando en la corrupción de las almas. Se dice de
ella que fue la primera en reconocer abiertamente las aberraciones del Concilio
Vaticano II. Siendo joven se forjó con sus escritos en varias revistas
católicas americanas locales.
Una biografía más extensa puede verse en la
siguiente web relativa a su obituario:
O en esta otra, publicada con ocasión de
concederla el premio “Tower Of Trent- Hall Of Honor”:
Uno de sus artículos más citados, incluso
por varios científicos, es el titulado “Hell’s
Amazing Grace”, del cual el Obispo Monseñor Williamson llegó a decir que es
uno de los artículos más brillantes que ha leído en su vida. Este artículo yo
no lo he visto en castellano por ninguna parte de internet, por lo que he
decidido traducirlo como mi homenaje a tan preclara escritora, en lo que he
optado por titular “la Anti-gracia del Infierno”.
La
Anti-gracia del Infierno
Para
describir los efectos de la gracia de Dios en las almas, Santa Teresa de Ávila
solía utilizar la analogía del agua. Así, en Las Moradas del Castillo Interior,
nos explica: “No encuentro cosa más a propósito para declarar algunas cosas del
espíritu que el agua; y esto es, como sé poco y el ingenio no ayuda y soy tan
amiga de este elemento, que le he mirado con más advertencia que otras cosas;
que en todas las que crió tan gran Dios, tan sabio, debe haber hartos secretos
de que nos podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo
que en cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una
hormiguita”.
Aunque tan
común que la podemos encontrar hasta en el más humilde fregadero de cocina, difícilmente
podremos hallar una substancia natural tan misteriosa como el agua, sobre la
cual “el Espíritu de Dios se movía” incluso antes que la luz hubiera sido
hecha, cuando “la tierra estaba informe y vacía”. Sin agua nada fue creado. Así
como las aguas del río vivificante que salían de un lugar central para regar el
paraíso” (Gen. I, 2-3; II,10), agua que ramificándose hacía fructificar la
tierra entera, no sólo natural sino sobrenaturalmente. Consagrada por medio del
Bautismo del Verbo Encarnado en el Jordán y brotando del Sagrado Corazón de
Nuestro Señor Jesucristo tras Su muerte en la Cruz, el agua se convirtió en el medio
dispuesto por Dios para aportar vida divina a las almas.
Lucifer, destinado a imitar a Dios y queriendo
ser como Él, hubo de elegir un elemento natural similar para llevar las almas a
la muerte. Nuestra Señora, en La Salette, predijo: “Habrá extraordinarias
maravillas en cada lugar porque la verdadera fe se habrá extinguido, y una
falsa luz iluminará el mundo”. Esta falsa luz, fuente de maravillas de los
últimos tiempos, puede ser fácilmente rastreada hasta Lucifer, cuyo nombre
significa "portador de luz", Y cuya vocación desde el principio había
sido iluminar y dar ‘energía’ a la creación de las alturas de los cielos.
Mientras que Dios redime a la humanidad mediante el agua en el sacramento del
Bautismo, ahora parece que el ángel caído ha diseñado intencionadamente lograr su
condenación por medio de la electricidad. Esta poderosa fuerza, sacada desde la
nada por las divinas palabras “Hágase la luz”, después de que el agua ya
existiera, podría servir a Lucifer de anti-gracia.
Impregnando
el universo antes que el sol fuera creado en el cuarto día, el
electromagnetismo no puede ser malo en sí mismo, pues la misma Escritura nos
dice “Y vio Dios que la luz era buena”, pero como Príncipe de este mundo,
Lucifer tuvo aparentemente la libertad para apropiarse de ella para sus propios
fines. Todavía algunas personas de edad ya muy avanzada pueden recordar haber
pasado su juventud sin electricidad. Durante miles de años muchas generaciones
han vivido felizmente sin ella, confiando en la mecánica simple y en la
potencia del agua para proveerse de las comodidades básicas, cuando
repentinamente, con el embate del Iluminismo del siglo decimoctavo, la
electricidad fue convirtiéndose en una necesidad.
Sin
electricidad, ahora ya no se considera posible la existencia civilizada.
Civilización ahora significa electrificación. Si todavía el agua figura como
una fuente poderosa, es porque con ella se puede producir corriente eléctrica
de forma masiva. Usurpando el papel del Espíritu Santo como paráclito y
consolador, la electricidad es la auténtica alma de la ciudad del hombre, el
elixir indispensable del progreso. Por medio de “marca-pasos” mecánicos
instalados por electricistas vestidos con ropaje de cirujanos, sería incluso
posible suplir el trabajo de los corazones humanos.
A costa de
la afición pecadora del hombre, Lucifer por fin se encuentra en condiciones de
llevar a buen término lo que no pudo realizar en Babel, allí donde el hombre
fue tentado por primera vez a optar por lo artificial. “Fabriquemos ladrillos y
cozámoslos con fuego”, decidieron, determinados a mejorar la madera natural y
la piedra que Dios les había proveído como materiales para la construcción. En
nuestros días, con la ayuda de la energía eléctrica, estos están siendo reemplazados
por plásticos de cada concebible variedad, desde tejados de casas hasta zapatos
y vestidos hechos de pieles artificiales y fibras. Los alimentos se están
convirtiendo en productos químicos procesados. Planeando transformar la
creación de Dios en una de su propia invención, Lucifer no tiene intención de
pasar por alto ningún detalle.
La
dependencia de la sociedad moderna en la nueva energía excede la de cualquier
droga aditiva. Culturas enteras han sido puestas a merced de quien controla la
corriente. Primero enredada entre los cables, después entre los campos
magnéticos, la humanidad está siendo empujada a alejarse cada vez más de la
realidad. Perdiendo progresivamente el contacto con el mundo material de Dios,
está desechando las últimas trazas de la imagen divina de en la que fue creada
para tomar la configuración de la de Satanás. Este desgraciado ciudadano
confeccionado bajo el patrón de la anti-gracia se transforma en un paria,
automáticamente excluido de la vida común, donde las tareas más humildes ya no
pueden realizarse sin ella.
Los niños en
la escuela ya no son capaces de realizar las más simples sumas si nos están
equipados con calculadoras. En casa y en la oficina, en granjas y en fabricas,
en bancos y en escuelas, en hospitales y en laboratorios, todos dependiendo de
esta energía. Corporaciones internacionales, sistemas de transporte y
comunicación, todos requiriendo su servicio para funcionar. En todo momento
dando soporte al suministro para la mayoría del entretenimiento popular, la
electricidad está también en el gobierno y registro de cada transacción
financiera. Incluso los aviones no pueden volar sin usar computadores.
No tiene
precedentes un progreso material de esta clase en el trascurso de doscientos
años lo que conlleva un conocimiento excepcional de los secretos de la
naturaleza. El sueño de los hombres de Babel de alcanzar los cielos por medios
físicos, que ellos esperaban conseguir con la construcción de una torre “cuya
cima llegue hasta el cielo” (Gen XI, 4) ha sido revivido por las posibilidades
ilimitadas de los viajes espaciales. Infectado por el propio deseo de Satanás
de elevarse por encima de su lugar asignado, el hombre ahora se une a él no
sólo para volar por encima de la tierra, sino por aquellas altas regiones más
allá de nuestro mundo que los Padres de la Iglesia nos dicen que se
convirtieron en el hábitat de los ángeles caídos tras su expulsión del cielo.
¿Qué mejor prueba de la quasi-irreversibilidad de la Gran Apostasía ahora en
expansión imparable?
(“Hell’s Amazing Grace”, por la escritora
católica Nellie Solange Strong Hertz)