Hasta hace poco tiempo,
el movimiento retrogrado de los planetas, el de Marte en particular, era
considerado en libros y páginas web como una prueba del Heliocentrismo. Últimamente parece que se está
abandonando esta convicción, supongo yo que será ante la proliferación de
gráficos y animaciones desde la perspectiva del modelo de Tycho modificado que clarifican adecuadamente este torpe error. Para los que todavía me escriben
preguntándome por este fenómeno les he preparado esta secuencia de imágenes que
creo que son suficientemente esclarecedoras. Primeramente desde la perspectiva
heliocéntrica, la Tierra presuntamente se movería por su órbita y Marte por la
suya. Observando Marte frente al fondo de estrellas lejanas, en ciertos
momentos se le ve trazar ese doble cambio en forma de ‘S’, que trasladado al plano
serían epiciclos completos.
Habitualmente los libros y webs añadían después una
crítica sobre cómo al modelo geocéntrico (de Aristóteles) le resulta imposible
explicar este fenómeno. Lo que evitaban era hacer las modificaciones oportunas al modelo geocéntrico para que en éste sí muestre movimientos retrogrados. Observemos el fenómeno desde la perspectiva del modelo de Tycho Brahe modificado, con la Tierra absolutamente fija.
Si comparamos las dos ‘animaciones’ apreciamos que la configuración
posicional de los tres astros (S, T, M) es idéntica en ambos modelos. Y como ya comentamos en la anterior entrada, al
no estar pintadas las órbitas en el firmamento -algunos se asombrarán por ello
:-)-, los dos modelos se presentan
indistinguibles observacionalmente. Quizás esto haga meditar a algunos críticos que
pretenden rechazar al geocentrismo con razonamientos del tipo “El movimiento de la Tierra, o del sol, ya lo
habrán visto los astrónomos desde sus telescopios, o los astronautas desde su
Estación Espacial, o la habrán fotografiado los sondas espaciales en sus viajes,…”. Por supuesto que sí, pero de esas
observaciones desnudas no se puede inferir ninguna prueba determinante de uno
de los dos modelos en disputa.
¿Quiere esto decir que sería lícito defender un
universo acéntrico?, o sea, el
universo desprovisto de centro (c.d.g) tal como lo supone la Relatividad
Especial o el Heliocentrismo Creacionista.
No. Principalmente porque eso conlleva algo tan grotesco como el panteísmo, la infinitud del universo. Y es
que el universo, que no es una divinidad, debe considerarse necesariamente finito, ya
que ninguna criatura puede ser infinita. Como ejemplo de esta verdad veamos algunos
argumentos basados en las Escrituras:
- El universo tuvo un comienzo en el tiempo,
fue creado (Gen 1-2; Col 1,16).
- Fue creado con limitaciones. El universo no es una divinidad. Dios lo sobrepasa ampliamente ( I Re 8,27).
- Sólo Dios es Infinito y Eterno (Gen 21,33).- Fue creado con limitaciones. El universo no es una divinidad. Dios lo sobrepasa ampliamente ( I Re 8,27).
- Toda criatura, en contraste con Dios creador de todo, es finita y limitada en el tiempo (Sal 90,2).
- Los cielos (el universo entero) y la tierra tienen fecha de caducidad. Dios los renovará por completo en su momento (Isa 65, 17; II Pe 3,10-13; Ap 21,1).
Pero para los que buscan pruebas físicas imperiosas
¿qué deberían hacer?. Probablemente apoyarse en un elemento adicional al del
conjunto total de astros lumínicos. Ya que no es posible inferir algo del solo conjunto
de astros y sus juegos de luces y sombras, ¿por qué no introducir el éter, que
es el tablero por donde se mueven las fichas?.