Es un hecho fácilmente comprobable que en
todos los encuentros de los feligreses de la Iglesia, a nivel de parroquia, ya
sea para rezar diariamente el rosario, o viacrucis, novenas, misas , etc. están
compuestos mayoritariamente por mujeres. La desproporción entre hombres-mujeres
asistentes suele sobrepasar normalmente el 90 % a favor de ellas. La cantidad
de varones adultos que asisten asiduamente a estos actos religiosos suele ser
reducidísima, apenas tres o cuatro por cada centena de mujeres. ¿Cuál es la
causa de esta desproporción? La mayoría
de ateos e increyentes suelen dar una torpe respuesta a este interrogante. En
primer lugar meten todo tipo de creencias religiosas en un mismo ‘saco’, a lo
que llaman “religiones”, sin
importarles que algunas de ellas tienen un origen y fin perverso, incluso
satánico, y luego aseguran que las “religiones” –sin excepción- son simplemente
una construcción artificiosa humana que sirven de consuelo a las personas
débiles, especialmente a las mujeres, niños, ancianos y enfermos severos. Para
ellos “la religión es cosa de los débiles
y los cobardes”.