lunes, 1 de agosto de 2011

¿La Evolución es un tema opinable para los católicos?.

Hoy muchos católicos piensan que la Evolución es una cuestión abierta en la que cada uno puede tener su propia opinión, y para justificarlo citan cierta enseñanza de Pío XII en la encíclica Humani Generis de 1950, que tras repetirse y deformarse ha llegado a nuestros días con el sentido de que “la teoría de la evolución es una hipótesis seria, digna de reflexión e investigación”, o en otras palabras, que todos podemos opinar y especular sobre la evolución de los seres vivos, quedando a la par el evolucionismo con el Creacionismo especial, si es que este último no ha quedado ya definitivamente abandonado.  ¿Es esto así? Como vamos a ver aquí, la respuesta es No, rotundamente no.


Pio XII en el punto nº 29 de Humani Generis dice:
29. Por todas estas razones, el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que -según el estado actual de las ciencias y la teología- en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente -pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios-. Mas todo ello ha de hacerse de manera que las razones de una y otra opinión -es decir la defensora y la contraria al evolucionismo- sean examinadas y juzgadas seria, moderada y templadamente; y con tal que todos se muestren dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a quien Cristo confirió el encargo de interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras y defender los dogmas de la fe. Pero algunos traspasan esta libertad de discusión, obrando como si el origen del cuerpo humano de una materia viva preexistente fuese ya absolutamente cierto y demostrado por los datos e indicios hallados hasta el presente y por los raciocinios en ellos fundados; y ello, como si nada hubiere en las fuentes de la revelación, que exija la máxima moderación y cautela en esta materia.

No hay ni un solo indicativo de que nosotros podamos opinar, especular o adherirnos a especulaciones del evolucionismo; y aún menos de rechazar fehacientemente la doctrina tradicional de la creación de Adán a partir del polvo terrestre, y después la de Eva, directamente por Dios en el preciso día sexto. Además hay que observar que el permiso de investigación y disputa del evolucionismo no es universal, sino circunscrito sólo a las personas cualificadas en los campos científico y teológico.


En 1950 aún no se había descubierto el ADN, por lo que el significado de ‘evolución’ era muy impreciso, y por eso parece lógico que el Papa buscara una información más precisa de ese término, por ello concedió permiso para que los especialistas –tanto en ciencias naturales como teológicas- realizasen investigaciones en ese campo.  Por ejemplo, antes de 1953 todavía estaba bastante extendida entre los científicos la creencia de que la materia inerte tenía misteriosas propiedades inherentes, como para permitir el desarrollo de vida desde ella (la abiogénesis). Sin embargo,  en 1953 se anunció un hallazgo crucial favorable al creacionismo, el descubrimiento por Crick y Watson del código genético, lo cual conduciría rápidamente a la clarificación de lo que verdaderamente sucede en la bioquímica a nivel de las células y las moléculas. Supersticiones y falsas creencias, tal como la abiogénesis, fueron desapareciendo del campo de la ciencia. En 1975 el máximo experto en genética humana, el doctor Jerome Lejeune1, demostró con toda nitidez que ninguna acumulación de micro-cambios pueden acumularse para dar originar una presunta macroevolución. Y ya en las recientes décadas, las investigaciones genéticas conducen cada vez con más claridad a la conclusión que el Creador habría diseñado las formas de vida de tal manera que sólo sean posibles los micro-cambios dentro  de una misma especie. La comprensión de este punto ha permitido definir con toda precisión el término ‘evolución’. “ La evolución requiere necesariamente  la ganancia natural de una mayor información genética que la poseída por los antepasados”2.

La enseñanza de la Creación especial de Adán y Eva (ver el post: http://creacinseisdas.blogspot.com/2010/04/la-doctrina-catolica-de-la-creacion.html  ) además de aparecer explícitamente reflejada en el Génesis, ha sido una enseñanza común desde los Padres, Doctores, Papas y Concilios.  Mientras que los disidentes de ella, como Teilhard de Chardin, que por su propia cuenta intentaron reacomodar aspectos como la doctrina verdadera del Pecado Original, fueron duramente recriminados por la Iglesia.

En nuestros días parece una osadía sugerir que la ciencia natural tiene importantes limitaciones, pero los Doctores católicos que han sentado las bases para el desarrollo positivo de las ciencias naturales han reconocido y articulado estas limitaciones. En la Ciencia escolástica no había la ruptura actual Ciencia natural – Teología (y la consiguiente defenestración de esta última), para los Doctores medievales, por ejemplo, era obvio que la investigación científica exclusivamente natural no podía arrojar luz sobre cómo Dios formó el cuerpo de Adán desde el polvo de la tierra, pues ello estaba más allá de la esfera de las ciencias naturales. Estos Doctores distinguían entre el “orden de la Creación” cuando Dios creó las distintas clases de criaturas por Su Palabra, y el “orden de la Providencia” que comenzó únicamente tras la creación de Adán y Eva. La ciencia natural moderna había abandonado completamente esta sabia distinción entre el orden de la creación y el orden natural. Sin embargo, la ciencia del siglo XXI ha redescubierto la sensatez de esta distinción. Por ejemplo, en el campo de la genética, en sus investigaciones los científicos naturales han aprendido mucho sobre la transmisión y variación de la información genética, pero ningún científico ha encontrado jamás la aparición espontánea de un nuevo programa genético, tal como el que sería necesario para producir un nuevo órgano, como un ojo o un oído, en un organismo carente de dicho órgano. Por el contrario, la genética del siglo XXI ha encontrado refutaciones a la hipótesis de la evolución darwinista, por ejemplo, se ha descubierto que la información genética, lejos de incrementar su funcionalidad, se degrada y decae con el tiempo con una rapidez que es incompatible con los tiempos de la hipótesis evolucionista. Por ejemplo, el Dr Kondrashov3 demuestra que es imposible para un hipotético ancestro de chimpancé y hombre adquirir las “mutaciones beneficiosas” necesarias sin adquirir a cambio un número muy superior de mutaciones letales que le llevarían a la extinción total.

 Muchos católicos se oponen directamente hoy al Creacionismo Especial creyendo que la doctrina de la Iglesia en el tema de los orígenes alienta a tener opiniones particulares, y además sostienen irresponsablemente que los que proponen esta visión son “cristianos fundamentalistas”. Falso. Al menos el primer aspecto, mientras que el segundo conviene aclararlo,  los protestantes renegados y liberales comenzaron a llamar "fundamentalistas" a aquellos cristianos que defendían los principios "fundamentales" del Cristianismo que ellos habían dejado de creer (1. La divinidad de Cristo, 2. Su Virginal Nacimiento, 3. Su Resurrección. 4. La Inspiración de la Escritura. 5. Su Segunda Venida). Según ello, en la Iglesia Católica quien no es así "fundamentalista" está sumido en la herejía, luego es otra cosa, no católico. Es cierto, sin embargo, que hoy se ha distorsionado el significado del término ‘fundamentalista’ hasta hacerlo sinónimo de “terrorista” o algo así. Por eso, en todo caso, habría que sustituir ese término por el de “intransigente”, la santa intransigencia del católico según san Josemaría, intransigente sí irracional no, dos más dos son cuatro y de aquí no nos mueve nadie.

 Como conclusiones pueden reseñarse los siguientes cuatro puntos:
1)  La evolución –correctamente definida- no puede ser objeto de opinión o especulación por parte de los católicos.
2)  Cuando en 1950 el Papa Pío XII escribió que la Iglesia Católica no prohíbe la investigación y la discusión (por parte de los especialistas) de la evolución del cuerpo humano, no era entonces posible definir con precisión el término “evolución”.
3)  Es una conclusión incorrecta, mantenida  erróneamente por muchos católicos, pensar que Pío XII permitió abiertamente las especulaciones sobre la evolución darwinista, colocándolas a la par (o incluso por encima) del Creacionismo Especial de la doctrina tradicional de la Iglesia.
4)  El permiso de la Iglesia Católica para investigar y discutir la evolución del cuerpo humano de Adán (por parte de los especialistas) aún sigue vigente hoy, aunque actualmente muchos cualificados científicos católicos piensan que esta investigación ha sido ya completada, de cualquier manera se está a la espera de una próxima clausura por parte del Magisterio.

NOTAS:
2.  Gerard J. Keane en “ Special Creation Rediscovered”.
3.  Alexey Kondrasov, Journal of Theoretical Biology, 1995.
 * Lecturas recomendadas y créditos:
  - Hugh Owen,  “Evolution and the Culture of Death”.
 -  Joseph Mastropaolo, “ Biology Eliminates Evolution”.
-   Gerard J. Keane en “ Special Creation Rediscovered”.






3 comentarios:

  1. Es increíble la ignorancia que existe y el poco interes en los mismos sacerdotes católicos en estos temas. Ya bien se podrian hacer conferencias creacionistas en las mismas parroquias pero vemos que es un tema todavia "tabú".

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  2. Con toda sinceridad, amigo Silveri. Desgraciadamente el problema es que no son católicos hoy los "sacerdotes" del Novus Ordo. Han hecho un compromiso con el mundo, y no "adhieren con fe divina" (Concilio Vaticano, 1869) al Santo Magisterio de la Iglesia. Prefieren creer en las patrañas de la "falsa ciencia" a las que adhieren con Fe (en cosas indemostrables) que sostener por ejemplo la inerrancia de las Escrituras. Un abrazo en Cristo Rey

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