La paradoja de Fermi

Enrico Fermi fue un físico italiano conocido por el desarrollo del primer reactor nuclear y sus contribuciones al desarrollo de la teoría cuántica, la física nuclear y de partículas, así como la mecánica estadística.  En 1938 fue galardonado con el Premio Nobel de Física por sus trabajos sobre radioactividad inducida. Fermi es considerado uno de los científicos más destacados del siglo XX. En 1930, mientras trabajaba en el complejo nuclear de Los Álamos, propuso a sus colegas la siguiente cuestión:

  «¿Es la nuestra la única civilización tecnológicamente avanzada en todo el universo; y si no lo es, entonces dónde están las otras?  ¿Por qué no hemos visto ni el más mínimo indicio de vida extraterrestre, tal como algún rastro de sus naves o de sus transmisiones?».

  Con la tecnología disponible hoy sería posible detectar, ya no sólo señales de transmisión, sino actividad industrial de una hipotética civilización extraterreste en cualquier lugar de nuestra galaxia, siempre que tuviera un nivel tecnológico similar al nuestro. O incluso en otras galaxias, si el nivel de su desarrollo fuera bastante mayor que el nuestro. Pues bien,  desde 1970 esta búsqueda se ha llevado a cabo por distintos proyectos SETI (‘Search for Extra-Terrestrial Intelligence’), algunos de ellos muy exhaustivos, pero el resultado siempre ha sido negativo. 

  Los evolucionistas^[1] han sugerido que la nuestra sería una civilización primitiva intentando contactar o detectar otras civilizaciones mucho más avanzadas, las cuales nos aventajarían en miles o en cientos de miles de años de desarrollo tecnológico. Entonces nosotros seríamos incapaces de detectar sus rastros, algo así como una perdida tribu amazónica tratando de escuchar “tam-tams” de tambores,  pero incapaces de detectar los mensajes electromagnéticos que se intercambian los habitantes de una ciudad en sus cercanías. Las emisiones de los ETs estarían también en otra onda.

 Pero este supuesto no da una respuesta concreta a la paradoja de Fermi. Estas civilizaciones avanzadas tendrían también su interés en la exploración, es decir, desearían conocer qué se esconde tras las otras estrellas. Durante los presuntos 17 mil millones de años de la supuesta existencia del universo, habría habido tiempo de sobra para que alguna de ellas hubiera enviado naves a colonizar otros planetas.  Haciendo cálculos pesimistas, si la primera expedición empleó un millón de años de viaje, y una vez establecida habría ya 2^1 civilizaciones, y si cada una de ellas volviera a colonizar otro planeta en el siguiente millón de años, entonces habría 2^2 civilizaciones, etc. Entonces en “sólo” 40 millones de años el número de planetas colonizadas sería 2^40, o sea, unos 10^13, que supera en mucho al número total de planetas de toda una galaxia.

En resumidas cuentas, en un universo dominado por la evolución ciega y sus  miles de mega-años ya se tenía que haber dado el contacto inter-civilizaciones. Pero no hay ni rastro de ninguna, salvo la nuestra, lo cual es un indicativo más de la incongruencia del paradigma científico. Sobre los avistamientos de OVNIS volando por el cielo, la posibilidad que su origen esté relacionado con seres de otros planetas ha sido completamente descartada por los investigadores de UFOs y fenómenos asociados^[2]. Respecto a las abducciones y encuentros –de ‘tercera’ y ‘cuarta’ clase-  que han experimentado muchas personas interviniendo presuntos ‘humanoides’, ya escribimos sobre su naturaleza demoniaca (leerlo en: http://creacinseisdas.blogspot.com/2011/09/descubrimiento-incomodo-para.html

Sin embargo, desde la perspectiva científica cristiana sí tenemos una respuesta clara y categórica a la paradoja de Fermi: No se observan civilizaciones extraterrestres porque en todo el universo no existe ninguna distinta de la nuestra^[3].

Vamos a hacer uso de algunas citas bíblicas para reforzar esta afirmación categórica, que por otra parte no debería extrañar a los lectores de este blog, sabiendo, como saben, que la Tierra es un lugar hiper-específico del universo.

  *  “Mi trono es el cielo, y la tierra el escabel de mis pies; ¿dónde me construiréis una casa?, ¿dónde me prepararéis un lugar de descanso?; Yo mismo hice todas esas cosas…”. Oráculo del Señor. (Is 66,1), (Mt 5,35), (Hch 7,49), etc.

  En este versículo se está hablando de todo lo creado, el cielo empíreo, y la Tierra (el escabel). El escabel o estrado es el lugar del trono donde el rey reposa sus pies, un lugar único que evidentemente debería estar en reposo. Y según se desprende de los salmos (Sal 89,14; Sal 97,2),  el cielo (el trono) está afianzado sobre inquebrantables pilares, la Justicia, el Derecho y la Rectitud. Precisamente derribar esos pilares y desplazar el escabel de los pies de Dios para que deje de haber comunicación entre el Cielo y la Tierra, ha sido siempre una tarea prioritaria de las fuerzas del Anticristo, y para ello han venido utilizando el heliocentrismo y el darwinismo como armas filosóficas.

  *  “Él (Dios) es quien extendió el Septentrión (el cielo) sobre el vacío, y sustentó la tierra sobre la nada”. (Job 26,7).

   Este versículo escrito –de forma inspirada- dos mil años antes de Cristo parece describir a nuestro mundo como un lugar suspendido en el espacio.  Cualquier persona hace 4000 años pensaría que es imposible sustentar o colgar algo sobre la nada, pero este pasaje contradice la experiencia de los hombres para comunicar una verdad superior. A nuestro entender sólo un lugar permitiría a la Tierra estar sustentada (hebreo “kun”: ‘estable-cimiento’) sobre nada: el baricentro del universo.  Cualquier otro hipotético astro no cumple este prerrequisito y no parece susceptible de contener ningún tipo de vida, lo cual sería la verdadera respuesta a la paradoja de Fermi.

    * “El Señor es Rey, revestido de majestad y rodeado de poder. Él ha afianzado el mundo para que no se mueva, y ya nunca vacilará. Tú trono, Señor, está firme desde siempre; Tú existes eternamente.” (Sal 93, 1-2).

 En estos versículos se concentran la majestad y poderío del Señor, que revestido de sus vestimentas y atributos reales está significando Su Realeza Suprema sobre todo lo que existe. Entre los atributos de su poderío está el haber establecido de manera inamovible a la Tierra. Entonces el salmo parece predicar que la Tierra, como único objeto inamovible del universo, estaría representando la mejor imagen de la inmutabilidad del mismo Dios, y queda asociada también al trono de Dios, cuya firmeza está asegurada. No se predica eso de cualquier otro rincón del cosmos, sólo de la Tierra.

   Hagamos un repaso de otras realidades que imposibilitan la existencia de seres extraterrestres inteligentes de naturaleza no angélica en otros planetas distintos de la Tierra:

Cristo se ha encarnado una sola vez, y Cristo ha sido ofrecido una sola vez en sacrificio para quitar los pecados de todos (Heb 9, 24-28). Y por supuesto, sólo ha habido una sola primera pareja Adán-Eva responsable de la Caída en el Paraíso donde estaba emplazada.

 Jesucristo reina en el Cielo empíreo, por supuesto, pero todavía no reina absolutamente sobre la Tierra, Sin embargo, lo hará, tal como al rey David se le profetizó : «Yo (el Señor) a uno de tus descendientes confirmaré el Reino para siempre... Mi trono quedará establecido para siempre. » (2 Sam 7,12-16). También el profeta Isaías proclama que nacerá un niño del linaje de David al que se le dará el poder de gobernar un reino universal y eterno (Is 9,6-7). Ese reino ha de iniciarse en la Tierra, aunque posteriormente sea transferido al Cielo, pues así se deduce del Apocalipsis: «... reina sobre la Tierra» (Ap 5,10) , «... ya llega el reino de Dios y de su Mesías sobre el mundo...» (Ap 11, 15), así como también es deducible de la profecía de Daniel, o de varios salmos, el Reino de Cristo comenzará indudablemente en la Tierra, en ninguna otra parte de la creación.

La Santísima Virgen María es Madre de Jesucristo, o sea, es Madre de Dios. No puede haber otra ‘madre’ de Jesucristo porque la Encarnación del Hijo ha sido única.

La Santísima Virgen María es Reina del Cielo y Reina de los Ángeles. Tanto la Virgen María como su esposo San José son del linaje de David, y providencialmente se han dado un cúmulo de circunstancias^[4] para que el trono de David pertenezca a Jesucristo según el Derecho levítico.

San José es padre adoptivo de Jesucristo, modelo y protector universal. Es jefe de la Sagrada Familia, modelo de los esposos, modelo de los padres, modelo de los obreros, etc. No puede haber otra ‘familia’ sagrada que comprenda a Jesucristo y a otro padre extraterrestre. Como ya dijimos que Jesucristo no puede tener más que una sola Madre. O también el Espíritu Santo no puede tener más que una sola Esposa (la Santísima Virgen María) de igual manera que Cristo sólo está desposado con la Iglesia que es Una.

NOTAS:

1.  Así piensa, por ejmplo,  Seth Shostak, un astrónomo senior de SETI.

2.  Algunas organizaciones de investigación de fenómenos UFO: FUFOR (Fund for UFO Research), CUFOS (Center for UFO Studies), NUFORC (National UFO Reporting Center) y MUFON (Mutual UFO Network). Para más información sobre investigaciones serias sobre ufos puede leerse el libro de Gary Bates “Alien Intrusion-UFOs and the Evolution Connection”.

3.  Algunos autores piensan que entre los prodigios, todos ellos engañosos, que en su momento utilizará el Anticristo, será el presentarse acompañado de extraterrestres. Si esto llega a ser así, deberíamos ser conscientes del engaño que encierra ese prodigio, y no deberíamos dejarnos embaucar.

4.  http://horaundecima.blogspot.com/2009/01/el-linaje-de-david.html