domingo, 27 de febrero de 2011

La evolución de las especies y sus engaños


Un buen día, el científico y filósofo polaco Maciej Giertych observó que en los libros de texto de sus hijos se afirmaba que las principales pruebas de la evolución venían de la Genética Poblacional, casualmente él enseñaba Genética Poblacional en la Universidad Nicolás Copérnico de Turín y no se había enterado que su reducida especialidad proporcionara “pruebas cruciales” de la Evolución de las Especies. Profundizando en estos libros de enseñanza, llegó a la conclusión que los libros de Biología estaban engañando a los alumnos. El doctor Giertych era también miembro del Parlamento Europeo, y después de hacer un estudio de los textos de biología de todos los países de Europa, comprobó con asombro que en todos ellos se divulgaban engaños similares. En octubre de 2006 organizó una mesa redonda en el Parlamento Europeo sobre la enseñanza de la evolución en las escuelas europeas, e invitó a tres científicos como conferenciantes, y él mismo hizo de moderador.
  


Ahora sabemos que ni el aislamiento, ni la selección, ni la deriva genética incrementan el acervo genético. Al contrario: lo reducen. La formación de razas es un proceso en sentido inverso al de la evolución. Se trata de un proceso que conduce a la reducción de los recursos genéticos. Enseñar a los niños que este es un ejemplo de un pequeño paso en la evolución está mal, sencillamente, les están engañando1. (Dr Maciej Giertych)

viernes, 18 de febrero de 2011

Un pieza maestra del geocentrismo

El mecanismo de Antikythera

Si consultásemos las enciclopedias para buscar las principales causas del avance de la ciencia y la tecnología, no sería nada extraño encontrarnos con frases de este estilo: “Puede considerarse que la Revolución Científica comenzó en 1543, el año en que Nicolás Copérnico publicó su De Revolutionibus Orbium Coelestium...". Pero esto no sólo es falso sino que exactamente lo opuesto es la verdad.

viernes, 4 de febrero de 2011

Galileo y la caída del orden científico

Haciendo equilibrios sobre el Abismo

Para defender su escandalosa hipótesis  heliocéntrica, Galileo utilizó a su favor el pasaje de Josué mandando detenerse al sol en Gabaón (Jos 10,12-14).  Llegó a decir que sólo en el sistema heliocéntrico es posible el alargamiento del día. No obstante, la narración bíblica es clara:  Y el sol y la luna se detuvieron…” (Jos 10,13). La afirmación es muy precisa ya que menciona, no sólo la detención del sol, sino la de la luna, que cumple la función de marcador referente, como un reloj parado indicando que se ha detenido el tiempo astronómico. La teóloga católica Paula Haigh afirma: «Quien mantiene que un error es posible en un pasaje auténtico de las Sagradas Escrituras está pervirtiendo la noción católica de inspiración, o bien está haciendo a Dios el responsable de ese error».  Ningún cristiano del siglo XVII hubiera osado afirmar que la Biblia errase en alguno de sus versículos, pero Galileo utilizó un ardid para aproximar la exégesis bíblica a su heliocentrismo, soportando artificiosamente que la Biblia está compuesta de dos clases de versículos: a) los que hablan de aspectos de la naturaleza, y b) los que hablan de cualquier otro asunto.  Y ahora Galileo afirma que los versículos de la clase (b) no pueden errar pues han sido dictados del Espíritu Santo, pero sí pueden errar los de la clase (a) pues están subordinados a otro libro divino específico, el de la Naturaleza del mundo.