Bertolt Brech
Se llama “caso Galileo” a una deformada visión del proceso que tuvo Galileo ante el Tribunal de la Inquisición , acusado de herejía. El "caso Galileo" fue inicialmente ideado, como un ataque a la Iglesia , por el liberalismo burgués, por quienes promovían la libertad religiosa entendida como "todo culto religioso es permisible excepto aquel de la Iglesia Católica" . Se promovió irresponsablemente el Heliocentrismo porque ello significaba una prueba de que la Iglesia de Roma se equivocaba en sus dictámenes, y así, quedaba erosionada ante la opinión pública. Posteriormente el testigo fue tomado por el marxismo, que alimentó el engaño en los tiempos de la posguerra. Así por ejemplo, se representó hasta la saciedad la insidiosa obra Galileo Galilei de Bertolt Brecht[1], subvencionada, premiada y alentada por el dictador Stalin.
En este drama Galileo aparece como un liberador de la humanidad que se enfrenta a la "tiranía de la Iglesia " para desmantelar sus farsas. Un joven discípulo suyo, Andrés, representa al tipo racionalista del futuro. Galileo es presentado como un pobre profesor de universidad que no gana ni lo necesario para comer. El director de la universidad asegura que con protegerlo contra la Inquisición Galileo está ya suficientemente pagado. Con ello puede desarrollar con libertad sus ideas y teorías. Pero le dicen que si quiere aún una paga mayor, entonces tiene que descubrir algo práctico y de utilidad. Por fin, Galileo cede, engañando a la universidad y aportando como suyo el proyecto de un telescopio; en realidad ha recibido la idea recientemente de un discípulo suyo holandés, Ludovico.
La actitud de Galileo en esta obra es digna de reflexión, porque descubre las características en el campo ético de Brecht: el fin justifica los medios en tanto en cuanto el científico sirve al progreso general de la Humanidad. De acuerdo a Brecht, a Galileo no le importa burlarse de las estúpidas fronteras de la mentalidad retrógrada, incluso con engaños, para conservar de este modo su potencia creadora y poder ayudar así al progreso (es la moral utilitarista y materialista del marxismo).
Siguiendo con el drama, Galileo hace grandes descubrimientos con su telescopio: los satélites de Júpiter y hasta montañas en la Luna. Entonces asegura tener pruebas de la falsedad del sistema de Ptolomeo, y oficializa, sin más comprobaciones, el heliocentrismo como modelo del universo. De pasada, Galileo hace una apología de Giordano Bruno, y, también, asegura que "a Dios no se le ve por los cielos". Unos caricaturizados prelados del Vaticano aparecen en escena ridiculizando a Galileo y asegurando que "como la Biblia no miente, Galileo es un hereje". Clavius, astrónomo del Vaticano, repite las observaciones de Galileo, y confirma todo ello. Galileo se siente liberado de un peso: la razón ha vencido. Pero más tarde, aparecen dos cardenales inquisitoriales, dando a entender a Galileo que el Santo Oficio había puesto en el Índice la doctrina de Copérnico por "necia, absurda y herética". Por contra, él, Galileo, podría seguir con sus matemáticas en paz, pero siempre que desechara como sistema doctrinal su sistema heliocéntrico. Después de varias peripecias más, el 22 de junio de 1633: Galileo Galilei revoca ante la Inquisición su teoría del movimiento de la Tierra. En el palacio del embajador florentino en Roma están esperando los amigos de Galileo, así como su hija Virginia, para ver el resultado de las deliberaciones del tribunal de la Inquisición sobre su caso. Su conversación es angustiosa. En esas conversaciones se sabe que Galileo ha sido retenido entretanto durante veintitantos días en la cárcel, y que se le ha exigido que retracte sus teorías. Andrés, el discípulo racionalista, está convencido de que Galileo no se retractará por amor a la verdad, mientras Virginia reza para que lo haga. Una persona del palacio del Gran Archiduque de Florencia se une al grupo, y transmite la noticia de que a las cinco sonará la gran campana de San Marcos si Galileo se retracta. Todavía faltan tres minutos para las cinco. Andrés y Federzoni se abrazan felices: «No se retractará jamás». Y todo apunta a la victoria cuando uno se levanta y dice: «¡No!» . Pero en este momento resuena la campana, y los amigos quedan paralizados, mientras Virginia es feliz. Una voz en off dice:
La amargura y la resignación de los amigos aflora; se sienten traicionados; su ideal se ha desvanecido. Andrés exclama: «¡Desgraciada la tierra que no tiene héroes!» (sic), y a continuación maldice a Galileo con duros epítetos.
«Yo, Galileo Galilei, maestro de Matemáticas y de Física en Florencia, abjuro solemnemente lo que he enseñado, que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil en su lugar, y quela Tierra no es su centro y no se halla inmóvil»
La amargura y la resignación de los amigos aflora; se sienten traicionados; su ideal se ha desvanecido. Andrés exclama: «¡Desgraciada la tierra que no tiene héroes!» (sic), y a continuación maldice a Galileo con duros epítetos.
Todavía en la obra restan dos actos que Brecht los dedica a descubrir la moral que él atribuye a Galileo, pero que en realidad es la ética marxista. A lo largo de la conversación final con su discípulo Andrés, Galileo hace ver que su retractación no se debió a un plan pensado y científico, sino al lógico temor frente al dolor corporal . Los instrumentos de tortura fueron los que le indujeron a retractarse. Y teoriza sobre las relaciones político-sociales de la ciencia, que son del más puro carácter marxista. Enfatiza la duda como principio del conocimiento científico (sic), y rechaza "las supersticiones y viejas palabras", entre las que obviamente incluye los dogmas católicos, que afirma no son otra cosa que argumento y fundamento de relaciones inhumanas de poder. Con mayor o menor claridad indica que la Iglesia es el prototipo de este orden social inhumano, que debe ser derribado.
¿ Cómo fue el caso Galileo en la historia?
Ciertamente el tribunal de la Inquisición, con una gran consideración a su persona (pues no se le hizo estar ni media hora en la cárcel), convocó a Galileo, pero no fue por sus investigaciones científicas sino por que sus conceptos contradecían a la Biblia, en esto sí tiene razón Brecht, salvo que Brecht considera esto cuestión banal. Galileo no se enfrentó jamás a la Iglesia, y llegó a los setenta años siendo miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias (cuando todavía no estaba contaminada por ateos), y sin tener ningún tipo de problema con las autoridades religiosas, entre las que obispos y cardenales se contaban como sus máximos valedores y protectores. Galileo siempre fue un fiel católico y murió santamente. Sólo una vez fue citado, como decíamos, y ello fue en nombre del rigor y de la seriedad científica. Parece ser que la guerra se la declararon los colegas laicos de la laica Universidad de Padua, contribuyendo también a ello el odio y la animadversión de las BOC de la Reforma. En Roma, durante el proceso, Galileo se alojó en los palacios pontificios y cardenalicios, con todas las comodidades. Lo de que fuera torturado es una sucia calumnia... realmente si la citación hubiera tenido lugar en las ciudades de la Reforma habría terminado en la hoguera o, como mínimo, en la cárcel. Cuando la noticia de la condena de Galileo llegó a Tubinga, la universidad emblemática del pensamiento protestante, los profesores celebraron una gran fiesta. La condena de Galileo fue muy relativa: retirarse a su villa y recitar una vez por semana los siete salmos penitenciales, pudiendo, por lo demás, continuar con su trabajo; y de hecho, su obra científica maestra la escribió con toda naturalidad después de esa condena.
Ciertamente el tribunal de la Inquisición, con una gran consideración a su persona (pues no se le hizo estar ni media hora en la cárcel), convocó a Galileo, pero no fue por sus investigaciones científicas sino por que sus conceptos contradecían a la Biblia, en esto sí tiene razón Brecht, salvo que Brecht considera esto cuestión banal. Galileo no se enfrentó jamás a la Iglesia, y llegó a los setenta años siendo miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias (cuando todavía no estaba contaminada por ateos), y sin tener ningún tipo de problema con las autoridades religiosas, entre las que obispos y cardenales se contaban como sus máximos valedores y protectores. Galileo siempre fue un fiel católico y murió santamente. Sólo una vez fue citado, como decíamos, y ello fue en nombre del rigor y de la seriedad científica. Parece ser que la guerra se la declararon los colegas laicos de la laica Universidad de Padua, contribuyendo también a ello el odio y la animadversión de las BOC de la Reforma. En Roma, durante el proceso, Galileo se alojó en los palacios pontificios y cardenalicios, con todas las comodidades. Lo de que fuera torturado es una sucia calumnia... realmente si la citación hubiera tenido lugar en las ciudades de la Reforma habría terminado en la hoguera o, como mínimo, en la cárcel. Cuando la noticia de la condena de Galileo llegó a Tubinga, la universidad emblemática del pensamiento protestante, los profesores celebraron una gran fiesta. La condena de Galileo fue muy relativa: retirarse a su villa y recitar una vez por semana los siete salmos penitenciales, pudiendo, por lo demás, continuar con su trabajo; y de hecho, su obra científica maestra la escribió con toda naturalidad después de esa condena.
Pero hay que resaltar que tal condena no se le impuso por sus afirmaciones científicas, sino por su manera de hacerlas, con una especie de cientifísmo dogmático. Galileo pretendía mezclar conocimientos derivados de la observación de la naturaleza con la teología, y construir un dogma científico de lo que entonces era simplemente una hipótesis a ser probada. Las "pruebas" científicas que Galileo aportó al proceso –la determinación de las mareas por el movimiento de la Tierra, la presencia de fases en Venus–, eran todas erróneas. Galileo no presentó ninguna prueba del movimiento de la Tierra, en realidad la tecnología de su tiempo estaba varios siglos por debajo de lo necesario para intentarlo. Y como san Roberto Belarmino Cardenal[3] le corrigió sabiamente a Galileo
«Yo digo que si hubiera una verdadera demostración de que el sol está en el centro del universo y la tierra en la tercera esfera, y que el sol no viajara alrededor de la tierra, sino que la tierra circulara el sol, entonces podría ser necesario proceder con gran cuidado al explicar los pasajes de la Escritura que parecen contrarios, y deberíamos más bien decir que no los comprendimos, antes que decir que alguno era falso como se ha demostrado. Pero yo no creo que hay una tal demostración; ninguna me ha sido mostrada. No es la misma cosa mostrar que las apariencias son salvadas asumiendo que el sol estuviera en el centro y la tierra en los cielos, como demostrar que el sol está realmente en el centro y la tierra en los cielos. Yo creo que la primera demostración podría existir, pero tengo graves dudas sobre la segunda, y en caso de duda, uno no puede apartarse de las Escrituras como son explicadas por los santos Padres.»
Es decir, para hacer cálculos podríamos utilizarse un modelo heliocentrista (si ello facilitara los cálculos, que no lo hace) pero asegurar que la tierra se mueve realmente en torno del sol exige ser probado con pruebas contundentes, algo que no se ha hecho, ni en los tiempos de este cardenal, ni nunca. En la actitud de Galileo se escondía una muy peligrosa práctica –que desgraciadamente hoy ha anidado en el neopositivismo científico– consistente en que desde una visión científica arrogante se pretenda dar opiniones dogmáticas dentro del plano del conocimiento exegético bíblico (la constitución última del Cosmos no entra dentro del plano de la ciencia neo-positiva). Esta confusión conduce al "dogmatismo de la ciencia", el cientificismo.
1. Eugen Berthold Friedrich Brecht (1898 - 1956) Escritor alemán marxista.
2. Hay que considerar el papel relevante de las BOC (Bible Only Churches) de la Reforma en el nacimiento y expansión del “caso Galileo”. Este desgraciado incidente histórico ha incidido muy negativamente en el pensamiento de los grupos creacionistas protestantes. Su labor en defensa del Creacionismo Bíblico es muy encomiable y digno de admiración, sin embargo, estos mismos grupos han heredado de sus mayores la animadversión a la Iglesia Católica debido a este “caso” y ahora generalmente son incapaces de aceptar el geocentrismo.
3. Precisamente hoy, 17 de Septiembre, se celebra la fiesta de san Roberto Belarmino Cardenal.
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