sábado, 3 de abril de 2010

Argumentos evolucionistas para la edad de la Tierra

Como dice el físico Russell Humphreys, hay una doble ironía en la controversia creacionistas-evolucionistas sobre la edad de la Tierra, una mayoría de científicos -los evolucionistas- confían en una minoría de datos relevantes, sin embargo una minoría de científicos -los creacionistas- usan una mayoría de datos relevantes. Pero a esta ironía se añade otra emparentada con ella, la confusión de la gente de la calle que tiene la falsa impresión que es al contrario. Así es muy frecuente que estas personas desinformadas se pregunten: "Si hubiera esas fuertes evidencias, que vosotros indicáis, a favor de una tierra joven, ¿por qué la mayoría de científicos creen otra cosa?". Una buena pregunta, cuya respuesta es bien simple, aunque retorcida: la mayoría de científicos cree que la tierra es viejísima porque cree que la mayoría de los otros científicos cree que la tierra es viejísima. Un razonamiento débil, que lleva asociado una inseguridad propia del que duda de su conocimiento de un tema, como decía santo Tomás «Uno de poca ciencia está más cierto de lo que oye a un sabio que de lo que juzga él mismo con su propia razón...»[1]. Entonces la persona de poca ciencia en un tema determinado siempre tiende a delegar su opinión en lo que dicen de ese tema la mayoría de sabios (científicos de renombre, en este caso). Cuando la persona que delega su opinión es un científico, se dice que está utilizando un razonamiento circular, «Yo creo que esto es así porque la mayoría de los otros científicos cree que esto es así». O el eminentismo, «Yo creo que esto es así porque Fulano, que es una eminencia, cree que esto es así». Russell Humphreys, en creation.com, narra un claro ejemplo de ello con lo que sucedió en su conversación con un joven geoquímico de Sandia National Laboratories.

«Le presenté una simple evidencia para una edad joven del mundo, la rápida acumulación de sodio en los océanos. Era ideal, puesto que una parte de la geoquímica trata de los productos químicos en el océano. Yo quería comprobar cómo llegaría a explicar las posibles vías para que el sodio salga del mar con la rapidez suficiente para balancear la rápida entrada de sodio en el mar. El geólogo creacionista Steve Austin y yo buscábamos esa información para completar un artículo sobre ese asunto. Nosotros estuvimos insistiendo cerca de una hora, pero él al final admitió que no conocía ninguna forma de eliminación del sodio del mar con la rapidez suficiente. Esto significaría que el mar no podría tener una antigüedad de miles de millones de años. Al darse cuenta de esto dijo, "Puesto que nosotros conocemos por otras ciencias que el océano tiene una edad de miles de millones de años, algún proceso de eliminación del sodio debe existir". Yo entonces comencé a citarle algunas de las múltiples evidencias para una Tierra joven, pero él me interrumpió, reconociendo que desconocía casi todos esos datos, puesto que las publicaciones científicas de las que él dependía no mencionaban esos aspectos como significativamente importantes. Pero de ninguna manera quiso examinar por sí mismo las evidencias, porque, según dijo, "las personas en las que yo confío no aceptan la creación". Y cuando le pedí que me indicase alguno de esos científicos de su confianza, su respuesta fue: "Yo confío en Steven Jay Gould" (todavía vivía entonces Gould, un paleontólogo que ha sido considerado uno de los más afamados evolucionistas). De esta manera el geoquímico reveló su principal razón para creer que la tierra es muy vieja: "las personas en los que confío", es decir las 'autoridades científicas' lo habían declarado. Yo me quede sorprendido de que no viera la inconsistencia lógica de su propia posición. ¡Confiaba más en Gould que en los datos!».
Esta forma de razonar, que expone Russell Humphreys, está generalizada en el mundo de los evolucionistas y es muestra de una fe incorrecta, una fe que va en contra de la razón... Al contrario de la fe cristiana, que como incansablemente repite Benedicto XVI, es una fe racional. La fe, aunque no es fruto de la razón, tampoco debe ir contra ella, sino que debe colaborar con ella –es "cum ratione" según santo Tomás–. Debe estar basada en la 'credibilidad'[2] de aquello en lo que se cree (o se confía). Así como la indagación obliga a creer -si tras un estudio profundo de todas los datos nos conducen a una misma conclusión-; la fe, en cambio, no obliga a creer, pues no muestra la evidencia de lo creído, sino (a) la plausibilidad o/y (b) la seriedad del testigo o grado de autoridad que lo propone. Así los evolucionistas realmente están creyendo en cosas de plausibilidad nula (por ejemplo en la endogénesis, es decir, el surgimiento de vida desde la materia inerte). Además, los evolucionistas sólo escuchan a autoridades que les dicen lo que ellos quieren oír, sin hacer ninguna valoración de los aspectos a) y b).

En la web de Creation Ministries, pueden leerse más de 200 evidencias de una tierra joven. http://creation.com/age-of-the-earth
 
NOTAS:
[1] A esto añade santo Tomás: "con mayor motivo el hombre está más cierto de lo que oye de Dios, que no puede engañarse, que de lo que percibe con su propia razón, que puede engañarse".
[2] La credibilidad se opone a la credulidad (creer algo con escaso fundamento).

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